La teniente de alcalde del área Sociocultural, Mujer y Participación Ciudadana, Conchi Espejo, asistió a la mesa redonda que bajo el título “El monumento al Gran Capitán que pintó Julio Romero de Torres”, congregó al periodista Francisco Solano Márquez y a los historiadores Juan José Primo y Ángel Ruiz en el Castillo de Montilla
Conchi Espejo recodó que este acto se enmarca dentro de la actividad “Érase una vez Julio Romero de Torres” que se desarrolla durante todo el mes de noviembre en la capital cordobesa y a la que se suma Montilla. Durante la intervención cada uno de los ponentes abordó la presencia de la figura del Gran Capitán en el primero de los paneles del políptico Poema de Córdoba que pintó Romero de Torres.
Juan José Primo destacó que Julio Romero de Torres tuvo la visión de crear en esta obra estatuas a personajes principales de Córdoba que aún no las tenían. Puso como ejemplo al Gran Capitán, ya que el cuadro se pintó entre 1914-1915, mientras que la estatua al Gran Capitán no se realizaría por Mateo Inurria hasta 1923, por lo que llegó preguntarse en qué medida influyó esta obra en la posterior ejecución de la estatua que hoy luce en la Plaza de las Tendillas.
Precisamente sobre el proceso de construcción de esta escultura ecuestre y sus vicisitudes una vez construida intervino Francisco Solano Márquez, quien recordó que tras varios intentos se puso en marcha una cuestación popular para la construcción del monumenot que finalmente se pudo ejecutar merced a la intervención del Ayuntamiento de Córdoba. El consistorio cordobés inicialmente ubicó la escultura en la confluencia de la avenida del Gran Capitán y la actual Ronda de Tejares, para posteriormente ser trasladada hasta su ubicación actual en Las Tendillas.
Por su parte Ángel Ruiz se centró en la simbología guerrera que representa este pasaje del cuadro de Julio Romero de Torres, en el que ademas de ensalzar la figura del Gran Capitán, famoso por sus logros guerreros, también destaca la presencia en el lienzo del Palacio Castillejo o la Mezquita, símbolo de la dominación cristiana sobre la cultura musulmana y del papel que jugó Córdoba en la conquista de Granada.